martes, 4 de septiembre de 2007

This body holding me


De un tiempo a esta parte mucho de todo “aquello” cercano a mí ha desaparecido, una parte decidió eliminarse de mi vida, voluntariamente, otras, me fueron arrancadas después de temporadas inconmensurables de agonía y postración, por una enfermedad que se acerca a mi y de pronto me mostró su rostro amarillo y grotescamente escuálido a inicios de año.. atrapada entre dos flancos; la enfermedad rondándome como un gallinazo hambriento envía su peste para que reconozca que ya esta comiendo carroña, y que espera por mas; y por otro lado el parásito ese que se come la aracnoides, ¡ahí al lado del cráneo! grita también, ambos peleándose por su presa… “no tomar este medicamento en caso de antecedentes diabéticos”…No dormir, No acallar las voces, No estar ilusoriamente tranquila, No equilibrar el estado anímico, No soportar la angustiante fisicalidad del día a día, ABANDONAR, OLVIDAR, MATAR, matarse.

-----Pequeñas Muertes---- determinaciones

El sacrificio de cierto aspecto físico, de la corporeidad fútil, apresante, es necesario para lograr el carácter completo, complejo, la plenitud, alcanzar ser uno, Uno consigo mismo, en el estado en que incluso el Yo como integridad física, el Yo como forma, el Yo como “lo que no es el resto”…desaparece.

Aquel dolor pasivo, constante, de subsistencia humana, ese dolor gris…se calla.

Apoderarse de esta fisicalidad, revelarse contra los límites y dolencias impuestas por una naturaleza falible,..DESINTEGRARSE.

En un plano cotidiano, superficial, de utilidades, de “funcionamientos”, de acciones, todo es un gran sólido, un sólido dividido en distintas calidades de texturas, dando la ilusión de realidad, de “gravedad” de estar parado en dos pies, de tocar “algo”, de ver “algo”. Todo muy estable, en un flujo dinámico y tranquilo.

Si se abre este sólido, esta “caja”…todo consiste en hilos frágiles, en telarañas en paradigmas ficticios enlazados “en forma de..”

Entonces, para lograr dicha estabilidad, dicha “gravedad”, pero a un nivel REAL, pararse en dos pies resulta inútil. Abra que suspenderse, en el aire, lograr un centro de gravedad, abra que romper pues con los “hilos”…desgarrarlos, enfrentarse a ellos,

En este aspecto la representación física me resulta SUMAMENTE dolorosa. Quiero crear fantasmas, esbozos, esencias, espectros, evocando así la presencia de aquello más grande, de aquello que sí existe. Cada portal que coloco en la instalación consiste en una “invitación” y a su vez representa un aspecto que debe ser “roto” por el espectro (de luz en el caso del proyector y de los reflectores) para poder vislumbrar aquello.

Por momentos la luz no pasa, es difícil ver el final de los portales,…en realidad es porque no hay nada ahí, solo el espectro de luz. En este momento el espectro (proyección) presenta mi búsqueda personal y única. Mi propio “rompimiento”. Por ende, el espectador solo puede ver el espectro. Yo me aferro fieramente a lo REAL, y les doy el fantasma, eso que queda deambulando por las dimensiones y cajas en las que hemos aprendido a vivir.

El primer proyecto que tengo se basa más que todo en el “rezago” físico que pretendo dejar consiste en dos cuadros, ambos conmemorativos a las “muertes” de las que hablaba en mi texto. Una de ellas solo es el recuerdo de algo que simplemente deja de existir y queda como cadáver que deja su peste para recordar que estuvo ahí y el otro es un cuadro conmemorativo a la muerte mas significativa para mi contexto cercano y personal, por tratarse de motivos de enfermedad familiar/intrínseca/obligatoria y además por lo significativo del “timing” del suceso. Me parece importante darle lugar a estas obras pues de alguna manera hace más evidente la intencionalidad de mi “rompimiento con la representación física”. Esta corporeidad que siempre me ha resultado tan confusa, contradictoria, tan deficiente, tan enferma, pero a la vez tan ajena, tan “tercera persona”, ahora me brindó un ultimo abrazo, asfixiante y amable a la vez, liberador en ese ultimo instante, antes de decidir abandonarme, después de tantos años de rogarle a punta de “daños fisicos” que me deje en paz.

Rossana Mercado Rojas

martes, 24 de julio de 2007

1. El Cómo, El Cuándo y el Por qué.



Llegaba tarde a la clase de Laboratorio de Zoología 1, caminaba por esos pasillos que huelen tan ricamente a formol y cloroformo, segundo piso del Pabellón de Laboratorios de la Facultad de Biología de la Cayetano. Una torpe de 16 años con pánico a la gente en grupo, y a su propia torpeza, sobretodo porque la paranoia- en parte- no le permitía matar bien (“humanamente”) al “bicho” – como la profesora llamaba al pobre animalito que se desesperaba en el bohl anticipando su destino.

Se suponía había decidido estudiar Ciencias, pues eventualmente quería hacer feliz a algún ser que de alguna manera me genere emociones positivas: un animal o una planta. Mi propia madre me hizo desistir de la carrera de medicina pues como ella misma dijo no tengo “don de gente”, tampoco la idea de veterinaria me gustaba pues tendría que dialogar con dueños de pobres perritos disfrazados con tutús o con zapatitos. Biología sonaba preciso. Ya que yo ya había asumido que sería una miserable para siempre, al menos mi vida – corta, como ya me lo había propuesto-serviría para de alguna manera equilibrar la sobrepoblación humana quizás creando algún animal minúsculo que interfiera en la procreación de gente inútil.

Pero como la vida es irónica y le escupe a uno en la cara apenas tiene la oportunidad, mi incapacidad para poder desligar el lado “emotivo” – luego se descubrió que en realidad era el lado psicótico que ya comenzaba a causar estragos en mi vida – de mi trabajo: Animales “mal matados” (en el microscopio pude ver un par de veces los pulmones de un par de pobres ratas y palomas que aun respiraban totalmente diseccionadas), Trabajos inconclusos, torpezas sin fin… Y mientras mas idioteces cometía, más dibujaba o pintaba, ya que “el vicio” lo tenía desde niña, muy pequeña- esas criaturas que se sientan a mirar a la gente con desprecio desde que nacen, pero la gente les pellizca los cachetes cuando pequeñas, pero cada vez los dibujos toman formas mas reales, y los “pellizca-cachetes” se identifican en la critica/burla de los infantiles dibujos.

Hubo entonces un periodo en el que me castigaba cada vez que dibujaba, eso comenzó en el segundo año de carrera. Bote todos mis lápices y oleos, y queme mis discos – efectivamente, sí, estuve 12 años en colegios católicos- un golpe en la mano si cometía el crimen de pensar en algún “proyecto” o “concepto” artístico o que se yo...esas cosas que cuando uno aun no estudia, no tienen nombre pero son mas sinceros.

De pronto entre castigo y castigo ya había abandonado la facultad de Biología y me encontraba sumida en la mas absoluta depresión, botada en algún parque sin tener la mínima decencia de estar ebria o drogada…solo deprimida. Es en ese momento en el que tuve una Epifanía: “Maldita sea parece que no sirvo para absolutamente nada, mi cabeza no me deja, ¡¡¡Carajo, SOY ARTISTA!!!”.

Fue tan directo y sin preguntas que los padres solo se limitaron a exigir “un cartón” que al menos les susurre tímidamente al oído, que “al menos no es una vaga…”. Y así, caí a la facultad de Arte de LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERÚ; claro, con muchas ilusiones y sueños; globitos que me fueron reventados apenas ingresé, notando que la gente era aun mas cerrada, mas criticona, mas estándar, mas tarada, mas “normal”, mas “normalizante”, y todo “más” porque precisamente tenían metido entre sus atuendos de “setentero” (moda que se utilizaba el año que ingresé…extrañamente el año 2001) que cualquier cosa distinta a su “distintez” era pose, y tenía uno pues, que guardar sus gustos en el closet porque el estándar artístico de la católica se ocupaba de velar por la tranquilidad de los artistas-en-proceso aplacando la estampida de cualquier “posero”.

Afortunadamente pasan los años y uno ya va perfeccionando su capacidad de abstracción y puede vivir más tranquila, haciendo lo que le gusta y a veces odia, pero que como una droga -de las fuertes -en la sangre, siempre pide MÁS, aunque en las resacas uno prometa nunca mas probarla porque es la “fuente” de sus males.

Ahora diría que soy artista porque lamentablemente siempre lo he sido, eso salio en mi resonancia magnética, y en mis análisis de insulina. El estudiar arte, entonces, no fue una decisión difícil ni chocante, solo fue un necesario paso al vacío.